El proceso de grabación de señales sonoras puede tener su origen tanto en fuentes acústicas reales (voz, instrumentos musicales, sonidos ambientales de cualquier tipo) como en señales eléctricas producidas y manipuladas electrónicamente. Captamos las primeras mediante mediante micrófonos, mientras que las segundas podemos tratarlas introduciendo directamente las señales eléctricas (producidas, por ejemplo por un sintetizador) en una mesa de mezclas. Combinamos, filtramos, ecualizamos y procedemos a su grabación.
En este punto donde se diversifican las técnicas, ya que no se trata igual un sonido ambiente que una orquesta clásica o un concierto de rock. La moderna discografía emplea casi siempre grabación multipista producida, mientras que la música clásica se graba por lo general en directo. La filosofía de esta técnica es relativamente simple. Se van grabando las distintas fuentes por separado, constituyendo una especie de montaje en cascada , que puede ser mezclado y manipulado hasta el infinito. Este sistema ha llegado al máximo de sofisticación con la introducción de sistemas digitales.